jueves, 27 de diciembre de 2012

Un pacto para vivir (peor)


Han pasado poco más de 130 años desde que la ciudad de Buenos Aires fue separada del territorio de la provincia y comenzó a recorrer un camino como territorio autómono. Un (casi) siglo y medio ha transcurrido desde entonces, lleno de historias que contar. Aquí, en este espacio, hemos mencionado algunas de ellas. Elegimos hablar de grandes proyectos como la cancha del club atlético Boca Juniors y su ciudad deportiva, el monumento al Descamisado,  la ciudad universitaria de la U.B.A., la limpieza del Riachuelo y el metrobús, entre otros. Hicimos mención también a momentos puntuales donde tuvieron desarrollo estos sucesos: 1955, 1966, 1975 y hasta el 2010. Décadas han transcurrido entre todos ellos y mantienen sus diferencias, pero hay dos características que los unen:
- Interrupción de los proyectos planeados
- Falta de consenso político que permitiera su continuidad.

Hablar de “qué hubiera pasado si…” muchas veces nos conduce a caminos sin respuesta, pero podríamos afirmar que otro sería el final de estas historias si nuestros gobernantes hubieran llevado a cabo una política constante y convenida entre ellos. Entonces,tomando este concepto, la respuesta a la pregunta sobre qué le hace falta a nuestra ciudad para poder llevar a cabo políticas y proyectos largoplacistas sería una: Consenso político.

Durante estas últimas semanas pareciera que al fin se ha dado este paso necesario para el crecimiento de nuestra ciudad. Las dos primeras minorías que componen la legislatura porteña, el PRO y el FpV, han aprobado mutuamente proyectos que cada una de las bancadas venía empujando hacía tiempo. Casi todos ellos son leyes que dan el puntapié inicial para grandes proyectos que impondrán inversiones millonarias, construcciones faraónicas, rezonificaciones de comunas y empréstitos internacionales, dependiendo del caso.
Sin embargo detrás de la fachada de cambios prósperos e inclusión cultural, económica y social que proponen estas leyes se esconde un trasfondo de negociados y capitalismo de amigos que apunta a generar un impacto visual para los medios y riqueza para unos pocos.

Hablamos de la rezonificación de los terrenos de la isla Demarchi que permitirá la construcción de un polo audiovisual que no solo le costará millones a la Nación sino que además expulsará a los miembros de dragado y puertos de la ciudad de su lugar de trabajo. Una obra por demás innutil ya que ya existe un distrito audiovisual en el barrio de Palermo.


También se ha declarado “De interés público y crítico las obras en el marco del Plan Hidráulico de la Ciudad de Buenos Aires siendo prioritaria la cuenca del Arroyo Vega”. Esta acción, que en un primer momento parecería indicar un progreso para los habitantes de la zona, trae cola detrás. La ley autoriza al gobierno de la ciudad a contraer empréstitos con Organismos Multilaterales de Crédito por un monto de hasta U$S 312.500.000. Es decir, en menos de 8 horas, y sin pasar por comisiones de tratamiento, el PRO logró incrementar la deuda pública de la Ciudad en cerca de $1.200 millones, alcanzando la marca de 127% de aumento de deuda desde que está en el gobierno, para realizar una obra que el presupuesto 2012 ya tenía recursos asignados , aunque el Pro no había utilizado por no considerarla prioritaria para su gobierno.




Otras leyes de este paquete de fin de año fueron las que permitieron la utilización de terrenos ferroviarios en los barrios Liniers, Caballito y Palermo para la posterior venta a entidades privadas que construirán viviendas y centros comerciales con la excusa de buscar fondos para el soterramiento del ferrocarril Sarmiento. Sin embargo en ningún punto de la ley establece el uso de fondos y genera así una valorización de los terrenos de la ciudad, volviendo más difícil la adquisición de nuevos inmuebles para los ciudadanos de medios y bajos recursos, una pérdida de espacio público y  una disminución de potenciales espacios verdes para la ciudad.



Para completar, como parece que en esta ciudad estamos todos locos, que mejor que poner el nuevo Centro Cívico en terrenos donde hoy se emplaza el Hospital Borda. Para esto se autorizó la venta en subasta pública del "Edificio del Plata" y construir entonces con los fondos obtenidos la nueva dependencia del gobierno de la ciudad, sin importar los intereses del Hospital ni habiendo hecho un estudio de impacto ambiental previo. 

Estos son solo algunos de los leyes que se sancionaron a finales del año 2012. Hay más, pero vemos  estas porque son los que creo que reflejan de una mejor manera la idea del trabajo, de como ni siquiera con el tan necesario consenso pueden lograrse que haya ideas beneficiosas que persistan a lo largo del tiempo en nuestra ciudad.

Nuestra historia parece estar compuesta de escenas con el mismo y trágico desenlace, como producto de un guionista sin imaginación. Tal vez este blog deba incluir a Buenos Aires como el proyecto más grande de todos los que podamos hablar y, también, con un futuro destinado al fracaso. Ojalá (aunque cada vez me persuado un poco más) me esté equivocando, ojalá sea mi pensamiento el que fracase.